Necco
el
Ahí llega, como cada día..., venga, vamos, ¡por favor, por favor! ¡Sí, sí, sí! Se ha sentado en el banco que está frente a mí. La miraré disimuladamente, como siempre, para que no se de cuenta de lo que siento por ella. ¡Ah cuánto he esperado a la primavera que consigue traérmela a diario! Apareció un día de otoño aquí, en el parque, y se sentó un poco lejos de mi lugar habitual. No sé, quizás mi presencia la intimidase un poco, o quizás quería huir de la humedad de esta fuente que, aunque reconozco que su frescor es una maravilla en verano, en los meses más fríos puede resultar algo molesta para quienes no están acostumbrados a ella. Da igual. La primera vez que la vi me pareció como si estuviese un poco triste, venía caminando muy despacio con las manos metidas en los bolsillos de su gabardina, me miró brevemente algo distraída y se sentó allí, al lado de aquel seto. Por un momento me pareció que lloraba. Casi fue un alivio para mí que no se acercase tanto la primera vez, ¡hast...
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