EL ÚLTIMO BAILE.

 

Es el último baile y ella está entre mis brazos. Todo es perfecto, la Luna, la calidez de la noche de verano, las luces que decoran el cuidado jardín, la música, su vestido... Ella es perfecta. Juntos muy juntos nos movemos acompasadamente y muy despacio. Mis manos entrelazadas alrededor de su cintura, sus manos, que descansan en mis hombros, juguetean de vez en cuando con mi pelo. Nos miramos a los ojos, directamente, profundamente. Nos miramos hasta que nuestras almas no pueden ocultarse ya, nos miramos hasta que todo desaparece a nuestro alrededor. Y danzamos y giramos el uno alrededor del otro como danzan las estrellas en el firmamento. Y danzamos y brillamos en la noche porque es el último baile. Porque es, sí, el último baile. Y ella, que es perfecta, me besa dulcemente en una noche perfecta y cerrando los ojos deja descansar su cabeza en mi hombro. Y yo quiero seguir siempre bailando, quiero seguir siempre con su cabeza en mi hombro, quiero seguir siempre mirando a sus ojos, quiero seguir siempre con ella entre mis brazos, quiero seguir siempre brillando en el firmamento como brillan las estrellas.

Pero es el último baile y la música cesa. Y las luces se apagan, y la pista se vacía. Todo se detiene. Nosotros también nos detenemos junto con la música, junto con la noche y las estrellas, junto con la Luna y la calidez de la noche de verano. Juntos muy juntos me miras y sonríes. Y quiero creer que tu sonrisa lo podría todo, quiero creer que tu sonrisa convertirá en eterna esta noche perfecta, quiero creer que la música comenzará de nuevo a sonar y que las luces se volverán a encender y que volveremos a mirarnos a los ojos profundamente.

Pero todo termina porque este es, sí, el último baile.