Desde el blog Neogéminis Mónica invita amablemente a la redacción de un relato relacionado con el paso del tiempo y sus consecuencias. Los relatos participantes pueden consultarse en el enlace anterior.
Esta es mi aportación a la propuesta:
UN MINUTO DE MI VIDA.
"Espere aquí, por favor" me dice con una muy dulce voz una bella señorita, "serán sólo unos minutos". Y yo me quedo ahí, obediente, esperando mientras la veo desaparecer tras una puerta. Quizás esperar su regreso merecería la pena por el simple hecho de volver a verla, de oir de nuevo su dulce voz; pero no estoy seguro de que sea ella la persona que atraviese de nuevo la puerta. Así que dejo de mirar, tontamente, la puerta y observo a mi alrededor.
Todo es muy anodino, soporífero. Parece que hubiesen pensado que semejante decoración de un lugar era la mejor para que la persona que, obediente como yo, tuviese que esperar allí, entrase en una especie de letargo, en un estado semi onírico para que esos minutos de espera pasasen sin que llegasen a ser percibidos.
¿Puedo percibir el paso del tiempo? Sin duda que veo sus efectos en mí, digamos, a medio plazo. Pero, ¿puedo percibir el paso de unos pocos minutos? La cuestión no es desdeñable sin más porque, con cada minuto que pasa se me va la vida. Cada minuto que pasa es un minuto de mi propia existencia que pasa. Cada uno de estos minutos soy yo mismo acabándome.
La espera, esta espera, me mata. Si por lo menos estuviese esperando a que la hermosa mujer que me había llevado hasta allí volviese para caer en mis brazos, podría decirme a mí mismo que moría por amor; que la espera había merecido la pena. Pero no era el caso. Simplemente estaba allí esperando obediente, tratando de sentir cómo se iba acabando mi propia existencia.
Afortunadamente no tengo oportunidad de comprobar nada porque, de repente, la bella señorita aparece de nuevo asomándose por la puerta por la que había desaparecido unos pocos minutos antes. No volvía para caer en mis brazos, por supuesto. "Pase por aquí, por favor" dice, dejándome así disfrutar de nuevo de su dulce voz. "¿No he tardado mucho verdad?" me pregunta simpática. Pero no digo nada. No sé cómo explicarle que la espera me estaba matando.
Has dicho algo muy importante, la espera me estaba matando, y qué cierto es. Esa espera es increíble, nuestra mente piensa a velocidad de la luz y nos deja ese sopor que bien podría ser un sueño letargo. Bueno, al final esta espera mereció la pena. Un saludo.
ResponderEliminarHola Campirela_.
EliminarSupongo que toda espera "debería" merecer la pena.
Gracias por tus palabras.
Un saludo.
Muy bien expuesto el paso del tiempo, esos minutos que para él se hacía una eternidad.
ResponderEliminarUn abrazo Necco!!
Hola Dakota.
Eliminar¡Una breve eternidad que se le llevaba la vida!
Gracias por estar siempre animándome.
Un abrazo fuerte.
A veces basta con menos de un minuto para que toda una vida cambie.
ResponderEliminarHola Cabrónidas.
Eliminar¡Ya te digo! A veces incluso menos...
Un saludo.
La espera terminó pero no sucedió lo que el protagonista deseaba.
ResponderEliminarNi tuvo los recursos para influir en tener una oportunidad.
Está claro qque no le tocaba ser el elegido por la bella señorita.
Saludos.
Hola Demiurgo.
EliminarQuizás, pero ¿quién sabe qué pudo ocurrir cuando atravesaron juntos la puerta? Es probable que sólo le faltase tiempo.
Un saludo.
Realmente una espera angustiosa. Creí que no moriría de amor, sino de alguna enfermedad tras un diagnóstico, pero el protagonista se quedó sin duda a la espera de que la damisela le pusiera atención.
ResponderEliminarMe gustó mucho como describes la atmósfera angustiosa del protagonista.
Un abrazo
Hola Nuria.
EliminarDesde luego, no sabemos exactamente qué hacía allí el personaje, pero entre la sala, y el ver que la vida se le estaba escapando (sin atención especial por parte de la bella señorita), angustiado debía de estar, sí.
Un saludo.
Estoy casi seguro que no era la clínica dental antes del presupuesto.
ResponderEliminarAbrazooo